El GIGANTE DE EXTREMADURA
El Museo Antropológico, es el primer museo de este tipo que se crea en España en el año 1875. El afamado médico Pedro González de Velasco será su fundador, financiando íntegramente la construcción del bello edificio donde se encuentra emplazado, obra del Marqués de Cubas, autor también del primer proyecto de la Catedral de la Almudena.
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Museo Nacional de Antropología |
Este museo cuenta con una gran colección de obras con un gran valor histórico y antropológico, son en su gran mayoría piezas recopiladas por el Doctor Velasco durante sus viajes, y por lo tanto datadas en el siglo XIX o anteriores, momento en el que estos museos de “rarezas etnográficas” triunfaban por toda Europa.
El museo, a grandes
rasgos, se divide por regiones geográficas: Filipinas, África, América,
Religiones Orientales, y una peculiar sala que reconstruye un gabinete de
curiosidades anatómicas decimonónico, tal como lo debió tener el Dr. Velasco.
En él encontramos algunas de las piezas más famosas del museo: El gigante
de Extremadura y la momia Guanche.
En este artículo vamos a centrarnos en la primera de estas piezas. Agustín Luengo Capilla, también conocido como El Gigante Extremeño, nació en Puebla de Alcocer (Badajoz) en 1826. Probablemente ha sido el segundo español más alto de todos los tiempos hasta el momento, llegando a alcanzar los 2,35 m, por detrás del Gigante de Alzo que alcanzó los 2,42 m.
Siendo muy joven, sus padres, de clase muy humilde, pensaron que llevaría una vida mejor si “vendían” a su hijo a un empresario circense. Este exhibiría al joven Agustín como un fenómeno de la naturaleza, y su fama fue enorme en la España de mediados del XIX, convirtiéndose en una celebridad. Pero él vivía en un estado de semi-esclavitud, todos los beneficios que generaba no iban a parar a sus bolsillos, sino a los del empresario.
En Madrid el Doctor Velasco, célebre por su colección de rarezas anatómicas, se enteró de la existencia de Agustín, un caso único de gigantismo (acromegalia), y le propuso una curiosa oferta; le compraba su cuerpo en vida, para poder estudiarlo una vez que hubiera muerto, ofreciéndole una cuantiosa suma de dinero que le entregaría en mensualidades. Agustín pensando que había hecho el negocio de su vida acepto sin condiciones. Con el dinero recibido decidió darse la gran vida que se le había negado desde niño, y su afición por el vino, se convirtió en una adicción que en poco tiempo le llevo a la tumba, el cuerpo fue enviado a su nuevo dueño, que saco un molde de escayola del cadáver, y luego expuso para deleite morboso de los madrileños el esqueleto del gigante.
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Molde de escayola de Agustín Luengo, el "Gigante Extremeño" |
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